Empiezo a recordar que esto sólo me sucede en este espejo. Es el espejo de mi cuarto. Un espejo en una puerta. Es curioso porque de cierta manera, puede crear la ilusión de que, al ser un espejo enmarcado con una puerta, sea como si fuera la entrada a otra habitación, que no es la mía y que es la de "Ella".
Amanece al siguiente día y ahora sí, no hay duda. Ella tiene facciones claramente distintas a las mías, pero hace lo mismo que yo. Las cejas más largas y gruesas, el cabello más largo, los ojos...unos ojos tan grandes y expresivos. Sin embargo hace lo mismo que yo, lo que de cierta manera es divertido ver porque es como estar jugando con alguien a esos juegos donde tienes que imitar al otro.
Despacio, como si estuviera viendo una película en cámara lenta, comienzo a notar que nuestras expresiones no son las mismas y me doy cuenta de que ha llegado el momento que más temía: Ella comenzará a decir palabras que no son mis palabras y a hacer movimientos que no son mis movimientos.
Tuve temor, pero a la vez experimentaba una emoción extraña. Comenzamos a dialogar y poco a poco fue naciendo entre las dos una amistad muy especial. Quiero utilizar la palabra "especial", porque además de ser bella, definitivamente era única. Ella siempre estaba en el espejo por las noches y nos contábamos nuestros más íntimos secretos. Me comprendía a la perfección y yo a ella. Me devolvía lo bello que había en mí y que yo no podía ver, y también aquéllas críticas que en ocasiones eran un poco dolorosas e incómodas, pero que me hacían crecer como persona. Era como si el espejo interviniera de cierta manera en el desarrollo de una perfecta amistad. Como si fuéramos almas gemelas. Mi reflejo en el espejo que podía dialogar conmigo. Era mi otra mirada sobre todo lo que hacía y pensaba.
Así pasaron algunos años y se llegó en día en que Ella tenía que partir, tenía sueños que cumplir, metas que alcanzar y yo me iría de esta casa porque me iba a casar. Las dos estábamos muy tristes porque sabíamos que solamente el espejo en nuestras casas paternas era nuestro medio de comunicación. Pero a la vez muy felices porque avanzábamos en nuestras vidas, aunque tuviera que ser por caminos diferentes. Nos despedimos, teniendo por seguro, que de vez en cuando nos llegaríamos a ver de nuevo, para compartir nuestras experiencias.
Teniendo por siempre al Espejo como nuestro punto de encuentro.
Desde entonces, cada vez que me miro en el espejo la recuerdo y al traerla a mi mente, siento que me escucha y está conmigo, ya que siempre tendré en mi corazón su recuerdo, que es lo que hace que mi relación con Ella se mantenga por siempre viva.