La Niña que fue tocada por la Dama Plateada

Claro de Luna por Pumarracho

En un lejano bosque, cuyos árboles son los hogares de los Hoas, se cuenta una leyenda sobre un hecho sorprendente que ocurrió en ese mismo sitio miles de años atrás.
Los sabios ancestros la han otorgado como legado a través de unos glifos que fueron grabados en el centro de la montaña Zulzu. El camino para llegar a dicho lugar tiene ciertos obstáculos, los cuales incrementan el privilegio de ser un Conocedor de la Leyenda, para ello se tienen que cruzar varios puentes colgantes, atravesar los rápidos del Valle Ollua, recorrer los pantanos Arcanos y escalar las faldas del Zulzu hasta arribar a la Cueva, al adentrarse en ella caminas cien pasos que terminan frente a una columna rojiza, la cual habla de "la Niña que fue tocada por la Luna".

Yo soy una Conocedora, y en estos momentos deseo compartir la leyenda, tesoro de los Hoas, a ustedes ávidos lectores:

En la Era anterior existió una pareja Hoa que fue bendecida por el alumbramiento de sus gemelas. Como la ley restringía la presencia de más de dos hijos por familia, debido a la escasez de recursos naturales, los espíritus ancestrales les prohibieron procrear de nuevo. La situación de la comunidad Hoa cada vez era más desesperante, el hambre y la sed imperaban sobre ellos, a diario les imploraban a sus dioses que se compadecieran de ellos, más nunca obtuvieron respuesta.

Presos por la impotencia, la pareja Hoa encontró en la pasión su único escape, desobedeciendo las leyes de su aldea. La concepción de su tercer descendiente desató la ira de los espíritus, el castigo caería sobre el producto de sus bajos instintos, al entregarlo a la merced de Kohu, dios de todos los males y las enfermedades.

Durante algún tiempo la pareja vivió con el temor a cuestas, pero al no presentarse ninguna tragedia pronto se les olvidó aquél terrible destino para su hijo. A los 7 meses de embarazo, la mujer resolvió pasear por el sendero del Valle, confiada en que ningún peligro la acecharía más; sin embargo, cuando el Sol se ocultó, sintió un profundo y desgarrador dolor en su vientre. Una oscura sombra la envolvió aumentando más su sufrimiento, en eso, la mujer levantó la mirada y se percató que era observada por la Luna, sin dudarlo le suplicó que se apiadara del fruto de sus entrañas y a cambio de ello le entregaría su vida. En medio de la nada dio a luz a una niña y antes de caer en un profundo sueño le entregó su alma a la Dama Plateada, ésta se conmovió por el sacrificio que aquella mujer estaba dispuesta a realizar.

Antes de que la sombra abrazara a la pequeña, los rayos de la Luna la protegieron, ahuyentando todo mal. Los Hoas aseguran que aquella niña al ser tocada por la enigmática Dama se le concedieron diversos dones, ya que el suelo en el cual ocurrió el nacimiento se fertilizó, brotó agua de las piedras y crecieron árboles frutales, dando inicio a una Era de abundancia.

A la mañana siguiente la mujer llegó a su hogar con su hija en brazos; según la Leyenda, cada vez que la Luna emergía en todo su esplendor, la pequeña reflejaba un aura plateado deslumbrante, el cual era la señal de la promesa que algún día cumpliría su madre.

Este pequeño cuento se lo dedico a una gran persona... Diana, de quien tengo el honor de ser para ella como una hermana. Brevemente les explicaré el por qué este post fue creado para ella, primero, porque hoy (05-Abril) festejamos que hace 29 años vino a este mundo para alegría de los que la conocemos; segundo, porque realmente ella es la protagonista de este cuento, es la leyenda viva por ser una mujer llena de virtudes, sólo basta mirarla a los ojos para darse cuenta que una Divinidad tocó su alma; y tres, por el simple hecho de quererla, siendo una manera de reconocer lo importante que ha sido y es para mi vida. Gracias amiga por existir y deseo que cumplas muchos años felices más!

Texto: Nohema Rios

Imagen: Pumarracho